miércoles, 7 de julio de 2010

Microprácticas

El artículo que traigo aquí, después de traducirlo, apareció originalmente en el extinto sitio web Terre du Dragon (Tierra del Dragón). La autoría es de Jaïs Pingouroux. Gracias estimado Jaïs; traigo aquí tu propuesta en otro idioma, con la intención de acercarlo a quienes, por desconocer tu idioma, dejarían de disfrutar de este hermoso artículo.
Desde aquí, mi reconocimiento más sincero.




En nuestra práctica, trabajamos la toma de conciencia de nuestra presencia en el mundo, a través de numerosos pequeños ejercicios.
Esta atención en el momento presente, seguramente tiene lugar durante las meditaciones, marchas meditativas o reuniones alrededor de una hoguera campestre por ejemplo; pero también podemos experimentarla en cada cosa que realizamos durante la jornada.
Ésto permite mezclar íntimamente el trabajo espiritual con la vida cotidiana; realizando así el trabajo de varios elementos (ver: Entrenamiento en cinco puntos) sobre la ausencia de barreras entre la vida ordinaria y la vida espiritual: cada instante, cada segundo, cada acción implica aspectos que podemos usar en la práctica. Es una manera de introducir la meditación en el seno mismo de la vida cotidiana: una forma de meditación activa.
Las llamamos “microprácticas”, porque generalmente son cortas, y contribuyen de modo modesto pero regular al trabajo sobre sí mismo.

La base de las microprácticas es la toma de conciencia en la pausa o ralentización de un proceso. Por ejemplo, cuando se disponen a tomar un vaso de agua, súbitamente, se les ocurre convertirlo en una micropráctica. Ralentizáis considerablemente vuestro gesto, sintiendo cada uno de los músculos de vuestro brazo poniéndose en acción, mientras que éste se aproxima al vaso. Sentís los músculos de su cara, estáis atentos a vuestra respiración, a lo que sentís (¿tienen la garganta seca?). Vuestros dedos se cierran suavemente alrededor del vaso y experimentáis el contacto con la materia. Estáis completamente atentos al proceso, a la acción. Puede que esta focalización de sus facultades cognitivas os vuelva, en cambio, menos atentos a lo que les rodea. Pero ésto no es grave, existen otros ejercicios para hacer surgir la Presencia, trabajando la atención al entorno. Por el momento, os concentráis sobre el lento movimiento de repliegue de su brazo, sobre el contacto de vuestros labios con el borde del vaso. Por fin el agua entra en vuestra boca. ¿Está fría o caliente? ¿Tiene algún gusto? ¿Qué sensación os procura? ¿La sentís deslizarse a lo largo de vuestro esófago hasta el estómago?
Puede que hayáis empleado un minuto largo para beber este vaso, o bien sólo habéis empleado algunos segundos, si no habéis estado atentos a lo que hacíais. Pero durante esos discretos segundos, el discurso mental se ha atenuado, la agitación interior se ha apaciguado.
Han introducido la meditación en un acto cotidiano.
Podéis hacer lo mismo al andar, cuando coméis, cuando fumáis un cigarrillo. Pero también cuando os concentráis en el cuerpo y sobre las tensiones que lo habitan, volviendo la atención hacia los hombros tensos por el estrés del trabajo, hacia los entrecejos fruncidos o incluso en las mandíbulas apretadas.


Original de Jaïs Pingouroux.

Traducción de Francisco Hidalgo en Axis.

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