jueves, 4 de junio de 2009

Extracto de "Zazen: El secreto del Zen" de Taisen Deshimaru.


Los pueblos llamados primitivos han conservado un cerebro profundo muy activo.
La civilización occidental ha educado y refinado el intelecto al tiempo que perdía fuerza, intuición y sabiduría, ligadas al núcleo interno del cerebro.
Por eso el Zen es un tesoro inestimable para el hombre de hoy, para el que aún tiene ojos para ver y oídos para oír.
Por la práctica regular del za-zen nos es dado convertirnos en hombres nuevos volviendo al origen de la vida.
Podemos acceder a la condición normal del cuerpo y del espíritu (que son uno) captando la existencia en su raíz.
Sentados en za-zen dejamos correr las imágenes y pensamientos que atraviesan el inconsciente como nubes por un cielo límpido.
Sin oponernos, sin agarrarnos a ellas, como sombras delante de un espejo las emanaciones del subconsciente pasan, tornan y se desvanecen.
Y se llega al inconsciente profundo, sin pensamiento, más allá de todo pensar (hishiryo), pureza verdadera.
Zen es muy simple y muy difícil de comprender.
Es un problema de esfuerzo y repetición, como la vida.
Sentados, sin ningún tipo de ocupación, sin fin ni espíritu de provecho.
Si la posición-respiración y actitud de vuestro espíritu están en armonía, comprenderéis el verdadero Zen, captaréis la naturaleza de Buda.


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