martes, 9 de marzo de 2010

6ª joya: La joya de la Humildad

Miramos continuamente hacia la cima de la montaña sin prestar cuidado al camino que recorremos. Tener objetivos demasiado elevados es el mejor medio de tropezar a cada paso. Miramos adelante, lejos, sin estar atentos nunca aquí, a la piedra que nos va a hacer caer.
La joya de la humildad nos enseña que siempre debemos partir de lo que somos. Mientras se trabaje sobre la base de lo que se cree ser, de lo que se debería ser o de lo que se será, no puede realizarse nada valioso.
La joya de la humildad vuelve extraordinariamente inteligente. Nos da el medio de comprender el modo en que debemos trabajar y por dónde debemos comenzar. Esta sexta joya por lo tanto es extremadamente preciosa. Ella es la que nos da la inteligencia del camino y nos inspira el trabajo de cada pequeño paso.
Si comprendemos que no tenemos energía suficiente para realizar grandezas, sabemos inmediatamente por donde debemos comenzar: por las pequeñeces, las que están en la medida de nuestras posibilidades. Es por lo que la humildad hace nuestra práctica muy inteligente, de gran eficacia. Dejamos de mirar la cima de la montaña y ponemos atención al lugar en que posamos el pie. La joya de la humildad es indispensable. Permite dar un pasito, luego otro... hasta la cima de la montaña.
Quien quiere aprender a tocar el piano e intenta interpretar una pieza musical difícil directamente, tendrá que enfrentarse a una decepción enorme. En su tristeza, se verá incapaz de aprender a tocar el piano. Por lo tanto, hace falta comenzar por el comienzo y empezar desde lo que somos.
Cuando nos dejamos fascinar por lejanos ideales, a menudo quedamos paralizados, incapaces de hacer cualquier cosa. Además, la falta de humildad puede transformar todo camino en vía muerta o camino sin salida. Toda la perspectiva del camino se falsea, cuando se mira demasiado la cima. El que quiere ser un maestro desarrolla una estrategia particular, un esquema táctico inadaptado, pavimentado de orgullo. Y como es incapaz de realizar grandes cosas, finalmente no realiza ninguna. ¡Ni siquiera una pequeñita! Por el contrario, el que solo quiere llegar a ser capaz de ser un aprendiz, el que solamente quiere aprender, o aprender a aprender, ese se hace extraordinariamente inteligente y eficaz. Tiene la inteligencia del camino y sabe cómo practicar. Los Diálogos del Sabio dicen: “El que busca la verdad es el que la revela”.
Si bien es de una simplicidad extrema, la sexta joya es de una potencia inaudita. Es el camino de los pequeños y de los humildes. Comienza y termina a cada paso que cumplimos. Pero es grande en lo que tiene de pequeño, fuerte en lo que tiene de débil, superior en lo que tiene de inferior, maravilloso en lo que tiene de trivial.
Aquí, no se trata de esforzarse en la humildad. Querer ser humilde no es humilde. La sexta joya es de otra naturaleza. Saber que solamente se tiene la fuerza para dar pasitos pequeños es el mensaje de la sexta joya.
“La humildad en sí , sólo es el conocimiento verdadero y el verdadero sentimiento para el hombre, de lo que éste es en sí mismo. Porque a buen seguro, quién puede verse a sí mismo verdaderamente y sentir lo que es; realmente él será humilde” (La nube del desconocimiento).

Original de Jean-Luc Colnot.
Traducido por Francisco Hidalgo en Axis.

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